Exposición "Goya. Grabados: Caprichos y Desastres
Goya. Grabados: Caprichos y desastres
(Exposición Itinerante CAM)
Francisco de Goya y Lucientes
1746-1828
Goya está considerado como uno de los más grandes
artistas y uno de los más geniales grabadores de todos los
tiempos. Sus inicios son artesanales, al estilo de los grabadores del
siglo XVIII; se limita a copiar obras de artistas famosos, como los
cartones que hace sobre temas velazqueños (1768). Los primeros
resultados como grabador no son espectaculares, sí al
contrario podemos calificarlos de discretos. Su primer encargo es
este campo es la Huida a Egipto (1771), de gran influencia
italiana, adquirida sin duda alguna durante la estancia del artista
en Roma.
El tratamiento que da el artista a sus primeros trabajos no puede
catalogarse de original, ni mucho menos. Incluso alguna de sus
realizaciones no llega a publicarse, como es el caso de una
ilustración para El Quijote de Ibarra.
Nos encontramos ante un artesano grabador, muy lejos del
extraordinario pintor que ya en 1771, nos deleita con los frescos de
El Pilar de Zaragoza; pálido reflejo de las modernas pinturas
que adornarán la ermita de San Francisco de la Florida, en
Madrid.
El cambio radical en la historia del grabado español se
produce a partir de 1778. Este año Goya comienza una
revolución sin precedentes en el grabado, tanto en las
técnicas empleadas en la realización de las planchas,
como en la temática de las mismas. Apartado de formales
convencionalismos nos ofrece el famoso “agarrotado”. La
lámina refleja la ejecución de un hombre, con todas sus
consecuencias. No hay nada agradable en lo que vemos, se nos ofrece,
simplemente, la muerte de un hombre por todos. Esta idea sería
el preludio de sus series de grabados posteriores, en ellos estaría
presente el ser humano no idealizado, sino retratado de una forma
real, con sus defectos y miserias expuestas sin piedad por el buril
goyesco.
Francisco de Goya, de natural extrovertido, degustador de placeres
y fiestas, sufre una gran transformación personal debido a la
grave dolencia que padece en 1790 y que desembocará en una
aguda sordera. Aislado del mundo, madura amargamente la gestación
de “Los Caprichos” primera de sus colecciones de grabado,
y la única que se editaría bajo la supervisión
del propio Goya.
El resultado de esta crisis son 80 láminas totalmente
innovadoras al mezclar las técnicas del aguafuerte y del
aguatinta, obteniendo así unos matices inconfundibles que
presidirán ya toda su producción gráfica. La
serie guarda un relativo desorden en la numeración. La lámina
titulada “El sueño de la razón produce monstruos”
que debería figurar como portada de la colección, es
sustituida por el famoso autorretrato de Goya, pasando la anterior a
ocupar el número 43 de la serie.
Debido a presiones políticas y por miedo a las represalias
que pudiera tomar la Inquisición, regala las planchas al Rey,
como destino a la Calcografía Nacional, obteniendo a cambio
una pensión económica para su hijo.
En “Los Caprichos”, el artista aragonés
da una panorámica satirizante de la Corte, El Ejército
y hasta de la mismísima Iglesia. Se ríe, sin tapujos y
con total sinceridad, de la hipocresía, de la ignorancia y de
la corrupción de las clases dominantes. La serie se completa
con imágenesolanza que se señala en la serie; vemos
escenas directamente relacionadas con la guerra, junto a otras
producidas después de la contienda, en las que se observan los
desvaríos de la reacción absolutista de Fernando VII.
El pesimismo que ha prendido en los “ilustrados”, ante
las desastrosas consecuencias de la invasión francesa,
acompañará a Goya ya hasta su muerte. La decepción
del grupo de intelectuales progresistas de la España del XIX,
que habían visto en los acontecimientos del vecino país
un ejemplo a seguir, es enorme.
En “Los desastres de la Guerra”, Goya expone
con singular crudeza el horror venga de donde venga. No hace
distinciones entre buenos y malos al uso tradicional, lo que aquí
vemos es el terror, la miseria y la muerte. Goya resume en unas pocas
imágenes la gran capacidad humana para el mal.
A las 80 láminas de que consta originalmente la serie,
deben añadírseles dos más, cedidas por Lefort en
1870 a la Calcografía Nacional y aún podríamos
considerar aconsejable cumplimentar éstas con otras tres
correspondientes a “Los prisioneros” realizadas, al igual
que “Los Desastres”, hacia 1818.
Creat per
david el
29/09/2009